P.- Dr. ¿su trayectoria como cirujano se inicia en el terreno de la estética?
R. No, a la cirugía Plástica, Reparadora y Estética llegué hace 23 años. Obtuve la especialidad en la Universidad Carlos Chagas de Río de Janeiro en el año 1989, bajo la dirección del profesor Ivo Pitanguy, de quien soy amigo personal. Antes me había dedicado a la cirugía general y del aparato digestivo en la Universidad Autónoma de Madrid, principalmente en el marco de la oncología digestiva. Al final, todo suma horas de bisturí…
P.-¿Y qué valoración le merece hoy su especialidad?
R.-La Cirugía Plástica, Reparadora y Estética es cada día menos invasiva y a la vez se obtienen mejores resultados. Las técnicas son menos agresivas y sin duda vive un momento de aceptación magnífico, alcanzando cotas impensables hace años. En los 50 se operaba sólo la élite de la sociedad, mientras que hoy prácticamente cualquier persona puede acceder a este tipo de intervenciones.
Hasta aquí todo fantástico; el problema ha llegado de la mano de algunas cadenas comerciales que han irrumpido en el mercado con una nueva forma de hacer, a mi entender alejada de la ética médica, causando una tremenda conmoción en nuestro sector. Nosotros no podemos competir en precio con ellas, pero el paciente debe saber que tampoco trabajamos igual.
Me parece inadmisible y contrario a la ética médica, por ejemplo, que al paciente le atienda un comercial y que juntos decidan sobre la conveniencia o no de realizar una intervención sin que éste conozca la opinión del cirujano y su trayectoria profesional. Mantengamos el juramento Hipocrático.
P.- ¿Cómo enfoca usted su profesión?
R.- Desde la prioridad por la seguridad del paciente y la naturalidad. La cirugía debe conllevar necesariamente un preoperatorio, en base al que podamos valorar su conveniencia o no y los riesgos; y debe realizarse en el marco y con el respaldo de un centro sanitario de primer orden.
Yo opero en la Clínica de la Luz de Madrid, probablemente la mejor de la capital. A partir de ahí empieza la parte artística de nuestro trabajo, lo que hace que una misma intervención obtenga resultados distintos dependiendo del cirujano que la realice. Mis intervenciones son una combinación de técnica, experiencia y arte. Aparte de ser un superespecialista, el cirujano plástico debe tener sentido artístico y crear belleza. Ahí tengo la ventaja que me aporta la tradición artística de mi familia, propietaria de Ansorena, la joyería más antigua de España.
Nuestro objetivo es operar al paciente para corregir lo que no le gusta o reposicionar sus tejidos cuando éstos se descuelgan, pero no de cambiarle la cara. Busco la naturalidad. Otro tipo de resultados me parecen antiestéticos.
P.- ¿En qué cirugías se centra?
R.-Todo lo relacionado con la cirugía de la cara es lo que más me satisface; intervenciones como el lifting o la rinoplastia me resultan apasionantes. Esta última me parece una de las cirugías más desafiantes de nuestra especialidad porque técnicamente necesita mucho conocimiento y porque las expectativas suelen ser muy exigentes. En la nariz el defecto se ve mucho y puede tener mayor trascendencia.
P.- ¿Cómo trabaja el lifting? ¿Qué resultados se pueden esperar de esta intervención?
R.-El lifting debe ser tridimensional y vertical, esto es, una reposición de los tejidos hacia arriba, aportando además volumen y relleno. No se trata de un estiramiento sino de recolocar aquellos tejidos que se han descolgado. Con el paso de los años el rostro pierde grasa y se esqueletiza. La cara pierde su forma de pirámide invertida y se convierte en un cuadrado, cambia el óvalo de la mandíbula…
Por eso el lifting debe ser tridimensional, dar volumen al rostro. Los resultados son fantásticos, con cicatrices mínimas y recuperaciones muy rápidas. Yo soy partidario además del lifting en personas jóvenes porque su piel es más elástica. Mientras antes se haga menos se notará la cirugía y además permitirá envejecer sobre una base magnífica, mantenida en el tiempo. Es lo que llamaríamos lifting preventivo.
P.- ¿La cirugía de la mama es otro desafío?
R.- Sí, porque las mujeres conceden mucha importancia a su pecho, que influye en su autoestima, en la seguridad en sí mismas y condiciona sus relaciones de pareja. Es lo que se desprende de nuestras estadísticas, tras 4500 prótesis operadas. La cirugía de mama es una de las intervenciones más agradecidas. Lo único que lamentan nuestras pacientes es no haberse operado antes.
Y no se trata sólo de aumentar la talla, sino también de conseguir que, gracias a una prótesis, un pecho descolgado pueda volver a verse bonito. Y está también la reducción mamaria, que me parece apasionante porque tiene un componente humano muy reconfortante.
P.- ¿Y la liposucción?
R.- La liposución supuso una auténtica revolución en los años 70, pero entonces se operaba de una manera muy agresiva, eliminando las pistoleras del mismo modo que quitamos un gajo a una naranja. Más tarde, ya en los 80, el francés Illouz demostró que introduciendo una cánula conectada a un sistema de vacío se podía sacar la grasa sobrante, consiguiendo resultados muy buenos casi sin cicatrices. Sobre esa base hemos avanzado, utilizando cánulas cada vez más finas; y en la técnica.
Hoy incluso se pueden hacer pequeñas lipos (no en todos los casos) que permiten al paciente volver a casa en el mismo día e incorporarse a su actividad normal en 24h… y con un precio muy reducido.
P.- ¿La Medicina Estética es el mejor complemento de su cirugía?
R.- Totalmente. Por eso hemos creado las Clínicas Mato Ansonera, con centros en Madrid, Sevilla, Huelva y en expansión. Las tecnología que empleamos en Medicina Estética, como la radiofrecuencia, que tensa la piel, mejora la celulitis y por tanto la flaccidez; o los tratamientos con ácido hialurónico y con toxina botulínica, multiplican y complementan los resultados de la cirugía. La interacción entre ambas optimiza los resultados, ayudando a mantenerlos en el tiempo.