Discípulo de Ivo Pitanguyt, uno de los pioneros de la cirugía plástica, Mato Ansorena es reconocido mundialmente por sus intervenciones sin cicatrices visibles
Por José Escobar Madrid
El doctor Javier Mato Ansorena lleva casi treinta años ejerciendo la misma profesión: cirugía plástica, reparadora y estética.
Siendo como es joven aun, uno podría pensar que no ha hecho otra cosa en la vida que operaciones de cirugía mamaria, rejuvenecimiento facial, liposucciones, rinoplastias… Craso error.
Aficionado a los deportes de riesgo y miembro, por derecho de apellido, de la familia Ansorena, propietarios de la joyería más antigua de España, el doctor se especializó en esta disciplina a los 30 años, después de una primera etapa en la que estuvo dedicado a la práctica de la cirugía general y del aparato digestivo, principalmente en el área de la oncología digestiva.
Sin embargo, pese a una primera impresión de persona tímida y poco dada a romper límites –equivocada, según se va haciendo notorio a lo largo de la conversación–, este doctor es adicto al reto y a la exigencia personal y profesional, por lo que enseguida hubo de sentir la necesidad de buscar algo más en su trabajo. «Me veía cada día haciendo algo muy burocratizado, dedicando mi vida a un trabajo en el que poco podía poner de personal, de creatividad».
Ivo Pitanguy, considerado uno de los magos de la cirugía plástica a nivel mundial
Un viaje a Brasil, donde conoció al cirujano plástico Ivo Pitanguy, mundialmente considerado como uno de los magos de la cirugía plástica internacional –entre otras cosas, por haber desarrollado las técnicas que permiten la reducción de mamas y la corrección de orejas de soplillo– lo cambió todo.
«Hice con él un curso de perfeccionamiento en cirugía plástica y estética en la Universidad Pontificia Católica de Rio de Janeiro. Además, tuve la suerte de ser uno de sus escasos colaboradores no brasileños».
Parlante de cuatro idiomas y aficionado a la gemología, Mato Ansorena, profesional de gran prestigio internacional y fundador y director de las Clínicas Mato Ansorena, con sedes en Madrid, Sevilla y Huelva, considera de vital importancia en el ejercicio de su trabajo «ofrecer tratamientos honestos, no prometer al paciente cosas imposibles y decir siempre la verdad a alguien que llega a tu clínica con la intención de operarse, incluidas las posibles complicaciones». Por todo esto, desconfía de las cadenas comerciales que ofrecen tratamientos de estética bajo la «falsa promesa de que todo es posible y donde eres atendido antes por un comercial que por un cirujano». Y advierte: «Nosotros somos médicos y debemos tener una ética médica».
Experiencia: Recomienda acudir a cirujanos que pertenezcan a asociaciones profesionales para tener la garantía de que posee una experiencia de al menos cinco años
Por ello, el doctor Ansorena recomienda ponerse en manos de un cirujano que pertenezca a una asociación profesional.
«Eso te da la seguridad, por ejemplo, de que te va a operar alguien con, al menos, cinco años de experiencia en un hospital de la Seguridad Social, tanto en cirugía reparadora como estética. Para nosotros sería muy fácil dirigir al paciente hacia uno u otro tratamiento. Sin embargo, creemos que no se puede jugar con las esperanzas, por lo que rechazamos en torno al 10% de las peticiones».
Según aclara, «son casos de personas que vienen con expectativas fuera de la realidad, por un desengaño amoroso, porque se lo ha pedido su pareja… Uno ha de operarse desde la creencia propia de que desea hacerlo».
Como revelan sus palabras, el trato personal es muy importante para este especialista. «Te sientes muy bien cuando un paciente te dice que, con la corrección de un defecto estético le has cambiado la vida. Cuando alguien banaliza la cirugía estética debería pensar, por ejemplo, que una chica con una hipertrofia mamaria enorme es probable que no quiera bañarse en la playa, ni hacer deporte, ni relacionarse, ni tener relaciones con otros chicos… Todo eso, que puede cambiar, absolutamente, después de un tratamiento o una operación, es vital para la vida de muchas personas».
Eso sí, Mato Ansorena insiste en que tras la operación ha de parecer que no se ha hecho nada. «Actualmente, con los adelantos que tenemos, es inconcebible dejar a una chica con una fea cicatriz tras un implante mamario. La cicatriz ha de ser mínima, que no estropee la belleza natural del pecho». Hoy en día, con técnicas como la colocación de prótesis por vía axial, de la que el Dr. Javier Mato Ansorena es cirujano pionero, lo hacen, de todo punto posible. Sus manos están reconocidas, a nivel, internacional, por sus intervenciones sin cicatrices visibles